Aquí os dejo una fotillo de la noche pasada. De izquierda a derecha: Alexandros, Eirini y Patricia.
Saturday, September 30, 2006
Clandestino
Todos los últimos viernes de mes, en la muy noble y leal ciudad de Boston, se celebra ‘Clandestino – La noche del rock en español en Boston’. La idea de este evento es tener una noche sólo con música en español, básicamente pop y rock: desde los ritmos ochentenos de Alaska y Dinarama, Siniestro Total u Hombres G, a Estopa y otros grupos más recientes, pasando por multitud de grupos latinoamericanos, Los Rodríguez, Café Tacuba, Soda Stereo, Bacilos, Los Enanitos Verdes y otros grupos de cuyo nombre no puedo acordarme. El que lo organiza, Christian, un peruano (creo), que a veces se apunta a nuestros partidos, nos invitó a los del fútbol de los fines de semana a que nos pasáramos por allí. Aproveché para decirle a algún amigo de la escuela, y allí me fui finalmente con Alexandros. Mi plan consistía en estar por allí un rato, quizá tomarse una cervecilla y volver a casa pronto, para poder aprovechar mejor el sábado. Pero allí nos encontramos con más gente, que si los del fútbol, que si otros estudiantes/postdocs de la escuela, que si algún conocido de otro evento/fiesta/salida/sarao, y allí nos quedamos hasta la una. Y eso es porque cerraron el bar (¿por qué cierran todo tan pronto en Boston?) Como todavía estábamos animados, hacía buena noche y hay que aprovechar que somos jóvenes [Inciso: por supuesto que a los treinta uno es joven, por si a alguien le queda alguna duda], nos fuimos a mi casa a continuar la velada. Además de Alexandros, nos acompañaron Eirini, una amiga de Alexandros, también griega, que estudia en HSPH, y Patricia, la compañera de piso de Eirine, una española que está haciendo un máster en MIT. Ahí estuvimos un rato tocando la guitarra—Alexandros le da bastante bien al tema—y hablando. La guinda de la noche. Entre unas cosas y otras, me fui a la cama casi a las tres. Claro, esta mañana, cuando ha sonado el despertador para ir a jugar al fútbol, ha costado despegarse las sábanas y calzarse las botas. Pero, por si os queda alguna duda, he llegado puntual al ‘campo de fútbol’, el JFK Park, y aunque no he marcado ningún gol, me he dejado la piel en el campo. Como debe ser.
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