Bond, James Bond, en Casino Royale. Algo relajante para una víspera de fiesta. No soy un fan del agente británico, pero reconozco que sus películas me entretienen. Y la posibilidad de ver explosiones, peleas y persecuciones en pantalla grande con sonido Dolby es de lo más relajante. Dos horas y media bien empleadas.
Planes para hoy. Gretchen, una de las compañeras de piso de Lope, me ha invitado a casa de sus padres para la cena de Acción de Gracias. Aunque eso de ‘cena’ es un decir, porque vamos a empezar a eso de la una de la tarde. Se espera un festín al más puro estilo las bodas de Camacho, pero con menú americano: mashed potatoes, cranberry sauce, turkey, y una larga lista de delicias made in USA, todo ello acabando en el apple pie. Yo, para dar la nota exótica, voy a llevar un tinto de Rioja. No sé si es lo más apropiado para la ocasión, pero por lo menos no me veré obligado a beber Coca-cola o, mucho peor, root beer, una American delikatessen.
Así que estábamos en Lincoln Park, Chicago, ¿no? Ese día, domingo, Lope se nos ofreció para prepararnos el desayuno: huevos revueltos, con su pimiento y su cebollita, zumo de naranja y tal. Nada de leche con galletas, que eso no alimenta suficiente. Después de tomarnos el desayuno con mucha calma, nos fuimos a pasear a Lincoln Park. Ese día seguía haciendo frío, pero afortunadamente el sol brillaba. La temperatura se hacía, ligeramente, más soportable. Como os comentaba ayer, en Lincoln Park hay un zoo, gratuito, pequeño, algo así como la antigua casa de fieras del retiro, aunque con algunos animales más y mejor cuidado. Lo único que, con la rasca ambiental, los animales decidieron que quedarse dentro de sus cuevas tenía mucho más sentido. Del oso polar, por ejemplo, no pudimos ver ni una oreja. ¿Estaría trabajando en el documental de Al Gore? No sé, no sé. Dentro del Zoo tienen un invernadero con plantas tropicales, al que llaman ‘Conservatory’. Cuando Emily dijo que podíamos ir a este sitio, yo pensé que sería un lugar para estudiar música y tal. No le veía ningún encanto, claro. Ya después, viendo dónde nos metíamos, salí de mi error. Bonito jardín, tenían allí.
Terminada la visita al parque, almorzamos en un café-bar con aires bohemios (El Bourgeois Pig Café… ¿que se traduciría como el café del cerdo burgués?) Sitio recomendable para tomarse un té o un tentempié. Sobre todo, no hay que dejar de visitar el piso superior. Really cool.
Después, vuelta a casa, preparar las bolsas y de camino al aeropuerto. Al día siguiente a trabajar, y aquí estamos una semana y media después. Ya casi se me ha olvidado el viaje, aunque siempre queda algo, además de las fotos.
Se me esta acabando la bateria, asi que dejare las fotos para otro dia.
Root beer! Puaj!
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